Aquellos no tan maravillosos años desde la K-OSO

imageEstos días estoy revisionando Doctor en Alaska. Una serie que me cautivo de jovenzuelo. Ya por esas edades  notaba que yo no era como los demás niños, me daba cuenta que eso de escuchar a Vangelis y Serrat, y quedarme hasta las 2 de la noche, para conseguir ver en la 2 un capitulo aleatorio de Doctor en Alaska, no era algo propio de las masas.

El encanto se rompe muchas veces por las facilidades de la vida moderna, y en cierta forma así me sucede con Doctor en Alaska. Mientras antes se trataba de una autentica odisea nocturna conseguir ver un capitulo, incluso a veces aderezado por un telediario especial entre medias, ahora solo es cuestión de pulsar un botón, cuando y como apetezca. Pero aun así, cada vez que veo un antiguo capitulo, noto como los recuerdos de antaño reviven en mi mente. Como sucede cuando empiezas a mover una extremidad que se te ha quedado dormida, noto el cosquilleo de las antiguas asociaciones de mis neuronas que vuelven a la vida.

Es una sensación extraña. A veces parece como si esos recuerdos hubieran nacido en algún sueño, no tengo claro si son reales o ensoñaciones. Cuando veo como la novia de toda la vida de Joel Fleischman rompe con el doctor por carta,  me vienen a su vez recuerdos enterrados de aquella época de mi vida en la cual vi por primera vez el capitulo.

Resulta gracioso ir comprobando capitulo a capitulo, como se complica un poco mas la relación entre Joel y la aguerrida por fuera, y tierna por dentro Maggie O’Connell. Cada vez que Chris Stevens habla desde la K-OSO para lanzar esas perlas filosóficas, solo comparables a las de la voz en off de Taken, estoy a punto de soltar una lagrimita. Y me pregunto, cuanto en concreto tuvo que ver esta serie, en lo que soy yo hoy en día. Creo que de no haberla visto, ahora seria una persona algo distinta.

A cada momento, se cruzan en mi mente dos visiones. El recuerdo de la visión del niño que vio por primera vez esas escenas, y el punto de vista del medio hombre de 32 años con unas cuantas vivencias ya a las espaldas, que soy yo ahora mismo. Y el resultado es por lo menos curioso. Se trata de una buena forma de comparar de cerca la persona que eras, con la que eres ahora mismo. Comprobar como has cambiado en estos años, y hacerte una idea de lo que seguramente te quede por cambiar todavía.

Aunque no puedo decir que aquellos tiempos fueran los mas felices de mi vida, me noto melancólico estos días. Desde hace tiempo he ido abandonando mi vertiente geek, en parte porque me dejó de interesar, en parte porque el devenir de la vida me apartó de ella. Aquellos tiempos chateando en el IRC, jugando en red por internet, vendiendo copias, acudiendo a la Campus Party todos los años, como si de un acto religioso se tratara, los recuerdo con cierta añoranza.

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