en el que cuando mi furia desaparece, comienza el vacío.

Una de las cosas que mas odio de mi mismo, es la furia interna e irracional que me invade cuando algo me toca la moral. Pero hay días como el de hoy, en el que me encuentro vacío y sin fuerzas, que la echo de menos.

Tengo mil peleas con mil frentes abiertos, batallas que en su mayoría me encontré por el camino. Una lucha interminable que me cansa enormemente, que me hace envejecer dos días por cada uno vivido, pero peleas que si perdiera sin luchar, me convertirían en un muerto en vida, como son muchos de los rostros que me cruzo al caminar un día cualquiera.

Por la noche antes de dormir, pienso si todo esto merece la pena. Por la mañana la furia me vuelve a colmar de fuerzas para pelear por las cosas que considero de justicia, y por las que dan sentido a mi vida, y en definitiva como decía William Wallace, por la libertad.

Sin la fuerza que me da, hace tiempo que mis ilusiones se habrían hecho añicos.

Una virtud suele traer de la mano un defecto y viceversa. Uno ha de intentar minimizar el defecto y potenciar la virtud. Por eso he de recordar, que debo domar a mi furia, pero nunca renunciar a ella.

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