Y es que ayer descubrí que había sido el mismísimo Orson Scott Card, el autor de El Juego de Ender, quien se encargo de escribir los famosos duelos de espadas de Monkey Island.
Esto que la mayoría de la gente respondería con el clásico me importa una mierda, a mi me dejó en estado de shock.
Lo malo de hacerse mayor, es que cada vez menos cosas saben a nuevo. O lo que es peor, a descubrimiento. Cuando eres joven vives ciertos descubrimientos como si fueras Indiana Jones en su primera cruzada.
Monkey Island fue para mi el descubrimiento de muchas cosas. En primer lugar de las aventuras gráficas, mas tarde del concepto de grabar partida (esto me hubiera gustado descubrirlo antes de intentar pasármelo varias veces del tirón), pero también de cierto tipo de humor irreverente y absurdo, del cual me hice automáticamente fan. Y como máximo exponente de este humor, las hilarantes peleas de insultos, enmascaradas dentro de combates de espada, que convertían la lucha contra el Sword Master en el mayor reto vivido en mi por entonces corta andadura por la vida.
Ayer descubrí que los textos de aquellos duelos por pareados, venían de la mano de quien también había creado una de las historias y universos que mas me han influenciado. Aquel épico combate contra el Sword Master, quien como no podía ser de otra forma en una irreverente historia de piratas, encarnaba una mujer, salió de la misma imaginación que hizo de Ender el mas hábil, joven e ingenuo de los xenocidas.
Como ya decía Steve Jobs, los puntos se van uniendo según avanzamos por el camino. De la misma forma, las genialidades también lo van haciendo. Perdemos la fascinación por el descubrimiento, pero ganamos un sentido global de las cosas. Aunque esto muchas veces no nos guste demasiado, en ocasiones nos ofrece gratas sorpresas.