en el que esto a mí que me genera

Estoy probando una nueva dinámica a ver que tal. Ahora que estoy dejando el gaming nocturno y que me voy antes a la cama, quiero aderezarlo con un poco de escritura ligera antes de irme a charlar con la almohada. Como diría mi chica, quiero ver que me genera.

A las personas se nos da bastante mal, y a mi el primero, anticipar que nos van a generar las cosas que hacemos o vivimos. Son mayoría las ocasiones en las que predecimos que determinadas actividades nos van a generar determinados estados de ánimo, que finalmente se encuentran muy alejados de la realidad. Lo que creemos nos va a generar satisfacción, no lo hace, y como añadido a nuestras previsiones, lo que nos acaba generando es frustración. Lo que pensamos que no nos va a afectar, nos genera hastío, cansancio o vacío, y así todo. Así que, en mi opinión, lo mejor es el sistema de prueba y error sin hacer mucho caso a los vaticinios propios, probando muchas cosas, y sobre todo, estar muy vigilante a que nos hace sentir cada cosa, tanto de primeras como a lo largo del tiempo.

A veces uno debe hacer lo que le pide el cuerpo, pero siempre y cuando quien te lo pida sea tu alma. La dejadez, la desidia, la pereza y sobre todo el miedo son muy malas consejeras.

Aprender a vaticinar con acierto que te van a generar los acontecimientos, es uno de los pasos más importantes en el arduo proceso de conocerse a uno mismo, pero se debe tener claro que nunca vamos a conocernos del todo, es más, siempre habrá más de uno mismo por conocer que conocido. Es más, cuando creamos haber avanzado en el proceso, cambiaremos y nos tocara aprendernos de nuevo.

Todos somos mucho más parecidos de lo que nos gustaría creer, y mucho más diferentes de lo que queremos enseñar al mundo. Entre esos parecidos razonables se encuentra la necesidad del cambio. La monotonía nos lleva inexorablemente al aburrimiento y el hastío. Yo me he pasado mucho tiempo de mi vida menospreciando lo que me generaban las cosas. Lo llevaba al cajón de lo ilógico y despreciable. ¿Por qué me iba a tener que afectar a mí en nada cuestiones tan banales como el fondo de escritorio de mi ordenador, el color de las cortinas, que tuviera o no cortinas en casa, la ropa, o la rutina que invariablemente seguía día tras día sin el más mínimo cambio? Estoy seguro de que el Señor Spock hubiera estado muy orgulloso de mí.

El caso es que, en el proceso de salida del pozo de mi primera depresión, me hice centinela de mis emociones, buscando cual espeleólogo la más pequeña chispa de ilusión o motivación, para tirar de ella con toda y poca determinación que me quedaba. Así aprendí a detectar que me generaban las cosas, y descubrí lo mal que se nos da anticiparlo.

Ahora tengo en un apartado de mi mente, un riguroso e intrincado registro asociativo en forma de compleja red mallada, con circunstancias, actividades, momentos, personas, etc., y lo que me acaba generando cada combinación.

Deja una respuesta