y a ti que te genera (formar)

Pocas cosas hay más satisfactorias que formar, cuando se consigue. Y mas frustrantes que formar, cuando no se consigue.

Ver como tus alumnos aplican exitosamente lo que les has enseñado es altamente gratificante. Tanto, y tan inversamente proporcional como intentar una y otra vez explicar un concepto, que no acabas de conseguir que se entienda. El mayor ejemplo en mi vida de esto, es el histórico de ocasiones y aproximaciones distintas que he probado con la noción de router para que los comerciales de mi empresa lo asimilaran. Analogías postales, viales, y cualquier cosa que se me haya podido ocurrir o viera que otros utilizaran como analogía, pero siempre con el mismo escaso éxito. Y no sabría decir si considerarme persistente u obstinado al respecto, como diría Jaime Rodriguez de Santiago en el capitulo 215 del podcast: Kaizen.

Pero hay un disfrute en el camino. En preparar la lección, en recabar, aglutinar y organizar los conceptos para la misma. En discurrir la mejor forma de trasvasar los conocimientos. En ponerte en el lugar del alumno, en prever los conceptos faltantes, las piezas del puzzle que les faltan, y estudiar la forma de vadearlos para hacerles llegar el conocimiento que quieres transmitir, sin hacer la lección demasiado compleja o densa. Sin duda el profesor obtiene un gran aprendizaje en preparar la lección, en muchas ocasiones, mayor que lo que consigue que absorba el alumno. El mismo disfrute que se alcanza mientras se prepara un libro divulgativo.

Ya sé que la frase de disfrutar del camino, o el camino es lo importante y no la meta, debe estar en el top5 del Mr. Wonderful Parade. Pero tan cierta es, como difícil de mantener presente. Estamos diseñados y programados para alcanzar fines y metas, y si esto no fuera poco, nuestra sociedad nos adoctrina para perseguir y alcanzar el éxito haciéndonos creer que es lo único que le da sentido a nuestra existencia. Por lo que, aunque estén muy de moda este tipo de frases en el mundo motivacional y de la auto ayuda, en realidad, el Dios de nuestra era: las redes sociales, abogan por todo lo contrario. Por el fin, el éxito, en vez del camino. Quizás haya quien piense que no son antagonistas, pero irremediablemente cuando miras a uno, pierdes de vista el otro y viceversa. Es probable que quien se centra en el camino, se encuentre el éxito por algún lugar del mismo, pero considero que una buena analogía sería que la primera virtud necesaria para que alguien sea un buen gobernante, es que no desee gobernar. Y esto último me permite recomendar el libro: El cetro del azar de Gérard Klein.

 

 

 

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